LAS INJUSTICIAS QUE (TODAVÍA) NO VEMOS

Resumen

La defensa férrea del debido proceso, central en cualquier estado constitucional, parece hoy la última “trinchera” que le queda o nos queda a quienes defienden (o defendemos) la doctrina constitucional con su plexo básico de derechos y garantías. En cualquier república seria, la defensa de las garantías (sociales, humanas, laborales, econó-micas, no solo procesales) representa una obviedad. En Argentina, no. La misma es o representa una veleidad de “garantistas”. La cons-titución de Alberdi es garantista, porque el garantismo era y es una filosof ía liberal, igualitaria. La defensa obvia del debido proceso (con sus derechos básicos, como la defensa en juicio, la igualdad ante la ley, la presunción de inocencia, no extorsión de “arrepentidos”, no presos “preventivos” en cárceles “alambradas” y degradantes) no es sin embargo, a fuer de esencial en cualquier república seria, la primera ni la más central de las ideas del “garantismo”, aunque hoy parezca, pre-cisamente por los discursos que lo arrinconan (y arrinconan a todos los abogados de derechos humanos que lo enarbolan) reducido a ello. El garantismo es mucho más que la sola defensa del debido proceso, aunque hoy no lo parezca.